martes, 11 de enero de 2011

Salud Paraguay!

Comparto este articulo publicado en un matutino
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Masoquistas, abstenerse
Por Luis Bareiro

Llevo días esquivando a los miembros del mayor colectivo paraguayo; el de los masoquistas. Es casi una subespecie criolla integrada por un número abrumador de socios, cuyo único disfrute en la vida consiste en ubicarnos a los paraguayos en el sótano, en el patio trasero, como furgón de cola o en alguna lista negra.
De seguro usted se topa con ellos todos los días. Son esos a los que solo encontramos de buen humor cuando aparecemos en el ranking de la pobreza, en la nómina de la corrupción o entre los eliminados en primera ronda.
Ya sabe de quiénes hablo. De esos que suponen que tenemos un defecto congénito, una atrofia cultural, una maldición ancestral que hace imposible abandonar nuestra presunta condición de parias. Son esos que creen que ser paraguayo no es una nacionalidad, sino una mutación, un estado de ánimo. Y malo. Les odio. Son como las cucarachas. Están por todos lados y todo lo contaminan. Están en la política, están en la prensa, están en los sindicatos, están en los gremios privados y hasta en las iglesias. Llevan una vida miserable, arrastrados entre la basura, y ansiosos porque el resto les hagamos compañía, en peores condiciones, de ser posible. Son de esos que creen que la única virtud es el anonimato, la mediocridad, la nada. Al primero que levanta la cabeza le revientan a pedradas, le atiborran de injurias, le intrigan. La postración colectiva es su paraíso. Para ellos nada es suficientemente malo. Siempre se puede estar peor. Nunca los vi tan nerviosos como en estos días cuando se hizo público el informe sobre el crecimiento de la economía. Se quisieron morir. No lo pueden creer. No lo quieren creer. Los paraguayos y las paraguayas produjimos en el 2010 más bienes y servicios que nunca en toda la historia. Los paraguayos y las paraguayas creamos 14,5 por ciento más de riqueza que el año pasado, apuntándonos la tercera tasa de crecimiento más alta del mundo.
Casi trescientos periódicos de todo el planeta publicaron en su portada el nombre de Paraguay. Y esta vez sin relacionarnos con el contrabando, con la corrupción, con golpes de Estado, con obispos perjuros o con la portentosa delantera de una modelo. Aparecimos en tapa como los campeones del crecimiento económico en la región que más creció en el mundo.
Y no logramos esa proeza vendiendo petróleo, ni armas. Hicimos el milagro produciendo alimentos. Lo hicimos exportando granos y carne. Y construyendo casas y edificios. No es un milagro del obispo presidente. No es mérito del Congreso. No es fruto de un cambio en la Justicia. No es el estímulo de la prensa. No es el resultado de una briosa educación pública. Es pese a todo eso. No se crece 14,5 por ciento por inercia o por accidente. Aquí hubo inversión privada, hubo inventiva, hubo inteligencia, hubo emprendedores, hubo aciertos y hubo errores. Cientos, miles de errores. Errores necesarios, errores aleccionadores, errores patrióticos. Me dicen que es un crecimiento que no les beneficia a todos. Y es cierto, pero sin crecimiento no existe la menor posibilidad de que alguna vez les toque a todos. Ahora estamos más cerca. Hoy existe esa posibilidad.
Por eso vengo esquivando a los masoquistas. No quiero que contaminen la noticia. No quiero que la ensucien o la menoscaben como hacen con todo lo que tocan. Hoy quiero dejarlos fuera y brindar a la salud de nosotros, los que vivimos exclusivamente del producto de nuestro trabajo. Los que hicimos este milagro del 14,5 por ciento. Los que sabemos que este país es nuestro país, y que vamos a hacer de él un lugar del que nuestros nietos se sentirán orgullosos. Hoy quiero brindar por ese Paraguay que la mayor parte del mundo no sabía que existía hasta que un frío informe económico le contó que en un año creció 14,5 por ciento. Así que alza tu copa y brinda conmigo. Porque nos lo ganamos. Porque es un logro nuestro, un logro paraguayo. Y nadie, ni siquiera esos miserables masoquistas, podrán evitar que lo disfrutemos.

¡Salud!

Fuente: http://www.ultimahora.com/notas/389912-Masoquistas,-abstenerse